Boris Grappe conoce el éxito de primera mano.
Durante más de 20 años actuó como barítono en prestigiosas óperas europeas, hasta que la ficción dramatúrgica dejó de llenarle.
Entonces decidió hacer algo por la sociedad en la vida real, comenzando una formación como cuidador para ocuparse de personas necesitadas.
Tarde o temprano mucha gente termina pasando por una crisis existencial: ¿he tomado las decisiones acertadas?, ¿esta va a ser mi vida?, ¿soy feliz viviendo así? Sin embargo, requiere una gran dosis de valentía y decisión llevar a cabo un gran cambio y emprender un nuevo camino.
En el caso de Boris, esta transformación interna, motivada por sus cuestiones vitales esenciales, se fue fraguando a fuego lento.
En plena pandemia de coronavirus, decidió darle a su vida un giro de 180 grados. Ahora, con 45 años, está en el primer curso de su formación como cuidador en la residencia de ancianos Ida Scipio de Mannheim, en el sur de Alemania, donde hace uso de sus dotes musicales con resultados sorprendentes.
Para algunos puede resultar extraño cambiar una exitosa carrera artística por un oficio que actualmente muchos quieren abandonar. Pero, ¿no puede un nuevo comienzo como éste suponer un auténtico beneficio? Boris está convencido de ello. El reportaje muestra su nueva cotidianidad como cuidador.
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