Pero comencemos por el principio.
Ya al comienzo del concierto, Benedicte nos había avisado e informado de lo que venía en la segunda parte y lo cierto es que a pesar de estar preparados, a su finalización estábamos sin respiración y solo la mayor y repetida salva de aplausos escuchada hasta el momento nos hizo bajar y poner pie en tierra.
¡Que grande es nuestro desconocimiento de la Música!
Pero volvamos a la Esencia.
Ante todo, reconocemos que hasta ahora, de Enescu solo conocíamos sus rapsodias rumanas y practicamente nada más.
Nos enteramos ahora de todos sus méritos en el mundo musical, como interprete del violín y director, aparte de su labor compositora.
No en balde hay quien le considera como "El tesoro mejor guardado de Rumanía", aunque quizás en ello tenga algo que ver el que Francia, como ha hecho con otros genios del arte a los que dio cobijo y amparo se apropió de su obra, incluso afrancesando su apellido por el de ENESCO.
El. Octeto es una obra de juventud, compuesta a la edad de 18 años ¡Increible!, aunque menos si consideramos que ya tocaba el violín a la edad de 4 años.
El gran violinista Yehudi Menuhei decía de Enescu:
Para mí, Enescu será siempre una de las verdaderas maravillas del mundo. Su carácter y su figura se han quedado en mi alma como un árbol o una montaña de Sinaia. Sus fuertes raíces y su alma noble provienen de su propio país, un país de una belleza única.”
Enescu pertenece a una gran saga de compositores de la primera mitad del Siglo XX, que que fueron capaces de extraer LA ESENCIA de la música popular de sus respectivos paises.
En cuanto a la interpretación del Octeto, sencillamente GENIAL. Lamentamos la ausencia de todos aquellos que os habéis perdido esta gran experiencia.
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