El Magnificat está compuesto por 12 partes, y cada una de ellas, por si sóla, es una auténtica "Perla", y hoy hemos querido pararnos en "Quia respexit humilitatem". (Porque ha mirado la humildad), siendo un momento clave del Magnificat y de una intimidad tan profunda que el tiempo mismo parece detenerse.
Es el único movimiento cuyo tempo fue indicado por el propio Bach: Adagio.
Una pausa sagrada en medio del esplendor. Un momento en que la grandeza da paso a algo más vulnerable, más humano.
Aquí, Bach nos muestra algo esencial: que el poder más profundo a menudo habla con la voz más suave. Cuando todo lo demás desaparece –las trompetas, el coro completo, toda la grandeza– esto es lo que queda: una sola voz humana, un solo instrumento y un momento de belleza pura y destilada que ha conmovido a los oyentes hasta las lágrimas durante tres siglos.Es imposible crear mejor dialogo entre un instrumento, en este caso el Oboe d'Amore y la Voz Humana.
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