Su llegada a la corte española estuvo marcada por comportamientos inusuales y escandalosos para la época, como pasearse sin ropa y otras conductas inapropiadas, lo que le valió el apodo de "la Reina Loca".
Tras enviudar, regresó a Francia, donde vivió en relativo aislamiento. Residió en el Palacio de Luxemburgo en París, sin ser recibida en la corte de Versalles por su primo, el rey Luis XV.
Falleció en 1742 a los 32 años y fue enterrada en la iglesia de Saint-Sulpice de París.
Su tumba fue profanada durante la Revolución Francesa, y sus restos se perdieron.
La vida de Luisa Isabel de Orleans es recordada por su breve y controvertido paso por la monarquía española y su trágico destino posterior.
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