El poder se ejercía por aquellos tiempos de forma absoluta donde no faltaban métodos de barbarie y crueldad.
La capitalidad del reino estaba en la ciudad de Sevilla, era costumbre del monarca merodear y husmear por todos los rincones de su reinado para así ejercer su mando de forma eficaz y directa.
El rey don Pedro visita el convento de San Francisco y, al no encontrar al Prior, lo manda llamar para someterlo a tres preguntas que pondrán a prueba su sabiduría.
El Prior, temeroso, permite que un humilde fraile lego lo sustituya. Este, con ingenio y humildad, responde brillantemente al rey, quien queda sorprendido y, en lugar de castigar, premia al lego nombrándolo nuevo Prior del convento.
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