«Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor. 
Y aquí tenéis una señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». 
Nada prodigioso, nada extraordinario, nada espectacular se les da como señal a los pastores. 
Verán solamente un niño envuelto en pañales que, como todos los niños, necesita los cuidados maternos; un niño que ha nacido en un establo y que no está acostado en una cuna, sino en un pesebre. 
La señal de Dios es el niño, su necesidad de ayuda y su pobreza. 
La señal de Dios es la sencillez. 
La señal de Dios es el niño.
(Fragmento lectura Archidiocesis de Madrid)
 
 
 
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