Su obra sirve de puente entre el bel canto de Rossini, Donizetti y Bellini, y la corriente del verismo y Puccini.
Verdi, una persona intensamente reservada, a medida que tuvo éxito profesional, redujo su carga de trabajo operístico y buscó establecerse como terrateniente en su región natal.
Sorprendió al mundo musical al regresar, después de su éxito con la ópera Aida (1871), con tres obras maestras tardías: su Réquiem (1874) y las óperas Otelo (1887) y Falstaff (1893).
Fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico, como los que componen su trilogía popular o romántica de su período medio: Rigoletto, El trovador y La traviata.
Ofrecemos el Cuarteto de Rigoletto, con Plácido Domingo en su registro de barítono, A Renata Tebaldi con La Canción del Sauce y Ave María de Otelo, y a Berna Perles en el Kyrie del Requiem, en su interpretación en Murcia y Águilas, a cuyo termino se produjo el mayor silencio producido nunca en su Auditorio. Se podían escuchar el latido de los corazones de los asistentes, y quien estuvo allí, sabe de lo que hablamos.
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