La Iglesia, en la liturgia de este segundo domingo de Adviento, nos invita a continuar nuestra preparación para la venida del Señor.
En la vida diaria encontramos obstáculos que nos impiden caminar hacia el Padre.
San Juan Bautista nos invita a la conversión para recibir así la salvación que nos trae nuestro Señor Jesucristo.
Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción y vístete las galas perpetuas de
la gloria que Dios te da,envuélvete en el manto de la justicia de Dios y ponte en la cabeza la diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu esplendor a cuantos viven bajo el cielo.
Dios te dará un nombre para siempre: «Paz en la justicia» y «Gloria en la piedad».
Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura, mira hacia el oriente y contempla a tus hijos, reunidos de oriente a occidente a la voz del Santo, gozosos invocando a Dios.
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