Pero cuando entras por la gran puerta de roble, te das cuenta de algo inquietante: no hay baño, no hay cocina moderna, hace un frío que pela y el eco de tus pasos suena más a película de terror que a cuento de hadas.
Entonces te asalta la gran pregunta:
¿realmente podrías vivir en un castillo medieval sin perder la cordura (ni un par de dedos por congelación)?
No hay comentarios:
Publicar un comentario