Desde entonces ha transportado a más de diez millones de turistas sobre un tumultuoso remolino del río sin un solo accidente.
Teleféricos de todo el mundo siguen usando en la actualidad esta centenaria tecnología.
El sistema que patentó Torres Quevedo es muy sencillo: “Hay un cable con un extremo fijo y en el otro, que se hace pasar por una polea, se coloca un contrapeso. De esta forma la tensión del cable es constante y, por mucho que varíe la posición de la barquilla, es muy difícil que se rompa. Además, concibió seis cables paralelos, de modo que si se rompiese uno de ellos –algo que nunca ha sucedido–, el sistema se autoequilibraría”.
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