Gracias a ese aparato, Galileo vio que el Sol, considerado hasta entonces símbolo de perfección, tenía manchas.
El astrónomo realizó observaciones directas de la estrella, aprovechando cuando las nubes se interponían al disco solar, o en las mañanas y atardeceres, cuando la intensidad luminosa era más soportable, una práctica que le dejó totalmente ciego al final de su vida.
Galileo confirmó el sistema heliocéntrico de Copérnico, que defendía que la Tierra no es el centro del sistema solar lo que le valió la persecución y la condena de la Iglesia Católica, y Galileo Galilei murió preso y ciego, cerca de Florencia, en 1642. Tuvo que renegar de sus ideas, pero nadie pudo quitarle el título de padre de la astronomía moderna, por abrir los ojos de la humanidad a un nuevo universo.
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