Considerada una de las más grandes sopranos del siglo XX, fue admirada especialmente por su técnica vocal y por sus interpretaciones del repertorio belcantista.
Su voz era un prodigio por ese timbre impalpable, de una transparencia y de una calidad casi sobrenatural; su técnica de acero era otro prodigio que la mantuvo en los escenarios a lo largo de 50 años; y su sensibilidad e intuición la convirtieron en intérprete memorable de repertorios muy diversos en todos los grandes coliseos operísticos del mundo.
El legado de Montserrat Caballé es inconmensurable y afortunadamente hay muchas grabaciones que dejan rastro del talento extraordinario de una de las más grandes cantantes de ópera de la Historia.
Lamentablemente, en España nos gusta derribar a nuestros ídolos, y los últimos años de la Caballé no estuvieron marcados por el reconocimiento, a nivel popular, que su carrera se merecía, aunque quizás ella nunca debió, cuando su voz ya empezaba a declinar, asumir roles que poco tenían que ver con sus dotes y que incluso hizo que esa Voz que tanta admiración había causado, se resintiera.
Como dijo un querido amigo nuestro, a raíz de una de sus últimas apariciones en Sevilla, las ruinas de la Acrópolis ateniense hay que admirarla como están y significan y reconstruir el templo sería un craso error.(Comentario libre que no son las palabras exactas que escribió en una crítica).
No obstante, recordemos a Montserrat Caballé cuando era la Diva aclamada en todo el mundo, como en aquella memorable Norma en el Teatro Antiguo de Orange, y en su participación junto a Freddie Mercury en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona.
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