Capaz de revivir el bel canto en su importante carrera, fue llamada «La Divina» por su extraordinario talento vocal y actoral.
Aún hoy genera controversia su peculiar voz, de registro amplio y que, unida a su dominio de la técnica, le permitió cantar roles desde soprano ligera (Lucia, Semiramide, Gilda) a los dramáticos (Brunilda, Lady Macbeth) incluso de mezzo (Carmen, Dalila) y alternar con éxito entre personajes de coloratura ágil y dramáticos pesados.
También es recordada por rescatar, incluso del olvido, diversos personajes de la ópera en su esencia dramática y expresiva.
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