Promusica, como tantas otras veces, cuidó al máximo los detalles confeccionando para los músicos un rico vestuario que venía a situarnos en pleno ambiente Barroco, y si bien la calidad de la interpretación tenía a todo el público pendiente de los músicos, bastaba un simple giro de la cabeza para sorprenderse con las vistas de la Bahía de Levante a nuestros pies.
Por si todo eso era poco, la entrada a un precio realmente simbólico, incluía Cava y Agua Fria en el descanso del concierto, y subida en taxí al Castillo para quienes peferían esa opción en lugar de la que nosotros siempre optamos y que forma parte del ritual del Concierto.
La subida andando y ver el anochecer en la Bahía de Poniente como preámbulo a todo lo que luego nos espera nos templa los ánimos una vez recuperados del esfuerzo que ello supone para disfrutar de la música y los momentos de relajamiento y casi seducción que nos provoca.
Junto a todos los interpretes, hemos de destacar al solista y director, el citado Darling Dyle y a la guitarrista Isabel Martinez, en el Fandango de Boccherini.
Otro éxito en la programación anual de PROMÚSICA.
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