De Santa Fe allí partió, con la pujanza característica de los jóvenes provincianos eclipsados por la inquietante actividad cultural y económica de Buenos Aires. Allí regresó, anciano ya, para compartir los últimos años de su existencia con su terruño y descansar definitivamente en la localidad aledaña de San José del Rincón, aquella que se evoca de manera tan intensa en su canción "Pueblito, mi pueblo".
Atraído por las Ciencias Exactas desde la adolescencia, tras finalizar el bachillerato, abordó la carrera de Ingeniería Química en la Universidad Nacional del Litoral sin abandonar, sin embargo, su actividad como concertista de piano.
Su vasta obra, se reparte en obras para piano, guitarra, música de cámara para diversas formaciones, obras para orquesta, coro a capella o con piano y una enorme cantidad de canciones para voz y acompañamiento. Además es notable la cantidad de arreglos de obras ya existentes para otras formaciones.
Una amplia mayoría de su obra es para ser cantada. Guastavino amaba la voz, y amaba cantar. Es por ello que incluso cuando escribió para piano lo hizo de un modo “coral”, polifónicamente.
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