Tras la publicación de la anterior nota, hemos estado pensando en cual pudo ser el mejor momento del Concierto si es que fuese posible destacar uno solo de ellos.
Sabido es que los silencios forman parte esencial de la música, de forma que el propio Beethoven introdujo un silencio dentro de su novena sinfonía que los directores aumentan o disminuyen según su criterio, aunque se suele tomar como referencia los siete segundos aplicados por Furtwangler.
Nosotros, no obstante, queremos referirnos a otro silencio que fue el que se produjo, de forma casi sepulcral, al término de Lo Imposible.
Todo el auditorio quedó en estado de catarsis, nadie se atrevía a aplaudir y casi se podía oir la respiración del director, hasta que éste con un leve movimiento de sus hombros dio la señal para que todos estallaramos en una estruendosa ovación, de las que marcan un hito en la historia del Maestranza.
Fue un momento realmente mágico, dentro de la magia de todo el concierto.
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