Sobresalió por poseer una técnica única, admirada por muchos y criticada por otros, y una enorme potencia vocal, que sin embargo le permitía realizar diminuendos sorprendentes.
Su atractivo físico y la brillantez de su voz le llevaron a ser uno de los tenores más populares de la posguerra.
Su carismática presencia escénica y su conmovedor esplendor vocal lo hicieron favorito del público. Su carrera tuvo una larga y fructífera relación profesional con el Metropolitan Opera House de Nueva York entre 1961 y 1975. También incursionó en los más importantes escenarios de ópera en Europa.
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