Es el signo, el símbolo entrañable de lo que Dios promete por medio del hombre más lucido en la Jerusalén de aquellos días.
Puede parecer irrisorio para el momento dramático y decisivo que se está viviendo. Está en juego el trono de Judá y, sin duda, el templo de Dios. si Dios mismo no tiene la respuesta; y desde el realismo socio-político eso no vale para nada.
Pero Dios no es inmune a lo que está sucediendo.
Pide paz y sosiego, confianza y experiencia divina.en esta escena llena de contenido teológico.
Así, pues, con este evangelio se nos abren las puertas de la Navidad; termina el Adviento y la esperanza que genera se debe hacer realidad experimentando de verdad la salvación que nos llega ya.
(Dominicos, Madrid)
Pocas veces la idea de la pureza virginal, la sencillez y la humilde felicidad ha encontrado una expresión más perfecta que en esta imagen alemana de la Madonna, traducida al lenguaje musical». El cambio a la tonalidad menor, la voz melancólica del oboe de amor, las líneas melódicas descendentes: cada elemento conspira para pintar la humildad misma con sonidos.
La humildad es un gesto descendente, y Bach la compone con una literalidad conmovedora.
Las líneas melódicas trazan largas curvas en forma de S que descienden como alguien que inclina la cabeza en señal de reverencia, aceptación y gracia.
El único instrumento de viento confiere al movimiento una ternura casi sumisa, encarnando a la perfección las palabras de María sobre ser mirada en su bajeza.

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