En 1030, tras la misteriosa muerte del califa Hixen II de Córdoba, el gobernador de Sevilla, Abul Kasim, afirmó que el califa estaba vivo y lo instaló en Sevilla, declarando la ciudad como la nueva capital califal. Sin embargo, surgieron rumores de que el Hixen en Sevilla era un impostor, posiblemente un zapatero, manipulado por Abul Kasim para consolidar su poder.
Este enigma sigue siendo uno de los misterios históricos no resueltos.
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