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jueves, 24 de septiembre de 2020

ARTÍCULO PARA REFLEXIONAR DE THE NEW YORK TIMES


Foto José María Cuadrado Jiménez /La Moncloa vía Epa-Efe — Shutterstock

No es nuestra misión ni tampoco deseo tratar ningún tipo de tipo político, ni desde luego tomar partido por ninguna opción. No obstante, creemos que debemos hacernos eco de un demoledor artículo que hoy publica The New York Times, con lindezas como estas.

Logicamente, al intentar asimilar el texto, cada uno deberá delimitar y pensar en responsabilidades (si las hubiere) a cargo de políticos nacionales, autonómicos o locales. NO SE INCIDEN EN NINGUNOS EN CONCRETO Y POR TANTO LA IMPARCIALIDAD ESTA ASEGURADA Y A SALVO, PUESTO QUE HAY DE TODAS LAS OPCIONES Y COLORES.

PARTE DEL ARTÍCULO DE THE NEW YORK TIMES. Los ciudadanos hicieron su trabajo, aceptaron los confinamientos y siguieron normas como el uso de mascarillas. Los políticos se pelearon entre ellos, incumplieron las promesas y repitieron los errores de la primera ola del virus.
Revertir la mediocridad en la política española requerirá de profundas reformas que deben comenzar por la educación y cuyos beneficios podrían demorarse años. Pero nada impide empezar por medidas más concretas que frenarían la degradación de la vida pública.
En la próxima elección no deberíamos olvidar a los responsables por el desastroso manejo de la pandemia del coronavirus.

Sugerimos la lectura del artículo completo PULSANDO AQUÍ

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy leyendo los 11 tomos de los Episodios Nacionales Comtemporaneos, de Dusana March y Ricardo Fernandez de la Reguera, Van desde la revolucion de 1868 hasta el final del la 2ª Repllica (1936, guerra civil). Los españoles no hemos cambiado nada desd entonces solo en alguna formas de vivir. Por eso ya ni siquiera lloro, solo me resigno. Un abrazo. Miguel

Pascual dijo...

Si ya tuvimos rencillas en la época del descubrimiento de America, y podriamos remontarnos mucho más atrás, la cosa o tiene solución.
Que pais tan feo estamos dejando a las inmediatas generaciones.
Un abrazo y, como tú dices, resignación y confiar en la Providencia.