Acabamos de regresar del anunciado recital a beneficio de las Obras Asistenciales de las Hdades. del Rocio de Sevilla y Triana, con unos sentimientos encontrados. Empecemos por lo negativo:La des- organización nos ha hecho sentir verguenza ajena como pocas veces hemos sentido en un espectáculo.
Las luces eran las propias de un mitin político mas que de un espectáculo musical. Cuando (a petición del cantante) se ha intentado disminuir la intensidad lumínica del recinto y aumentar las del escenario se ha conseguido lo contrario, de forma que el pianista apenas podía seguir las partituras. Esta situación se ha mantenido durante al menos la mitad del concierto. Nadie ha pensado en correr las cortinas y cerrar las puertas laterales. Desde los asientos se veia, por una de esas puertas, los semáforos y los vehículos que pasaban por la calle.
Suponemos que, dada la gran cantidad de hermanos con los que cuentan estas Hermandades, las entradas estarían vendidas, siendo para un fin benéfico, pero los artistas se merecen un respeto que los posibles compradores no han tenido en consideración.
Dentro de la grandiosidad del Auditorio de FIBES, La Décima hemos estado representada por diecisiete de sus miembros, y hemos supuesto aproximadamente el 30% de la asistencia total de público. ECHAD LA CUENTA, que nosotros no indicamos por rubor.
En el colmo de los despropósitos se les iba a imponer las medallas de las Hdades. del Salvador y Triana al cantante y al pianista.
Allí solo ha aparecido la del Salvador. El responsable Trianero ¡había olvidado llevar la de Triana!, lo que ha provocado la indignación de una Hermana Trianera de pro como es nuestra compañera Estrella, allí tambien presente y aborchornada.
Pero vayamos al aspecto positivo:
Don Sergio Salas ha dado una lección de profesionalidad tanto por su talante ante tantas adversidades como por su prodigiosa voz.
De entrada ha ido desgranando varias romanzas de Zarzuela hasta que ha pasado a un verdadero alarde operístico con arias tan comprometidas como Escolta Don Carlo, amico, de Don Carlo, de Andrea Chenier y la cavatina de El Barbero de Sevilla.
Cuando parecía que su actuación ya había terminado, ha subido un mariachi al escenario y Don Sergio Salas nos ha sorprendido aún mas, con corridos de la revolución mejicana, y rancheras de Jorge Negrete de Pedro Infante etc.
Nuestro compañero Paco Caballero, a nuestro lado, iba rejuveneciendo según se interpretaban tales rancheras, que acompañaba en voz baja, quizas con alguna "furtiva lagrima".
En definitiva, UNA GRAN NOCHE MUSICAL. Lo otro, ya lo hemos olvidado, pero ¿que hubiese pasado si en lugar de tratarse de una persona con este talante, hubiese sido un divo quien estuviese en el escenario? MEJOR NO PENSARLO.
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