Hay ocasiones en que el silencio a la hora de finalizar un concierto, es mucho mas elocuente que los aplausos. No obstante, siempre se está a merced de algún espectador que por sí solo y con su impaciencia pueda romper el hechizo del resto de espectadores y de los propios interpretes.
Algunos de nuestros compañeros fueron testigos y nos han comentado, en la interpretación de la Misa de Requiem de Mozart del pasado jueves en el Maestranza, de ese silencio que se produjo tras las notas finales. Eso demuestra sensibilidad y madurez musical, y es de admirar y congratularnos, aunque todavía estemos lejos de esos 40 segundos que se aprecia en este video, tras la finalización de la misma composicion con la batuta de Claudio Abbado en el Festival de Lucerna.
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