”El "Lacrimosa" concretamente, es una de las partes más emotivas y misteriosas de esta obra, y su historia está llena de secretos y leyendas.
Mozart solo llegó a componer los primeros ocho compases antes de morir, dejando la pieza incompleta. La tarea de finalizar la instrumentación y completar el movimiento recayó en su discípulo Franz Xaver Süssmayr, quien trabajó basándose en las indicaciones que dejó Mozart y su conocimiento de la obra.
El "Lacrimosa" se destaca por un poderoso contraste entre sus ocho compases escritos por Mozart y el silencio abrupto que los sigue, como si la música quedara congelada ante la muerte inexorable.
La partitura que dejó Mozart está rota y detenida en ese punto, en un silencio que representa el dolor, el anhelo y la incertidumbre ante el juicio final y la muerte misma.
Se dice que ese silencio es casi una maldición" impidiendo el retorno de la música de Mozart más allá de esos compases.
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