Todo espectáculo tiene sus ritos, y el primer ritual en un concierto es el de la afinación.
Cuando todos los músicos han ocupado sus asientos, el concertino se pone en pie y en ese momento, tanto músicos como PUBLICO GUARDAN SILENCIO.
El oboe toca un La, y el concertino afina su segunda cuerda
A partir de aquí, el concertino va ofreciendo su La al resto de las cuerdas.
A continuación, el oboe vuelve a tocar un La para los vientos, maderas, metales y percusión.
Por último, el concertino se sienta, sale el director y ya podemos empezar.
Pues bien, lo que nunca habíamos presenciado es que el Concertino, tuviese que reclamar con insistencia y gestos de ambas manos que el público se callara para la afinación y curiosamente obtuvo el resultado contrario, pues quizás se pensó que lo que hacía era jalear y se arrancó en una gran y estruendosa ovación, para sorpresa del profesor Paçalin Zef Pavaci, quien reaccionó con gran elegancia y profesionalidad.
Estas ovaciones se repitieron al final de cada movimiento de la sinfonía interpretada, sin respetar los silencios, que solo pueden llegar a ser excusables con Tchaikovski al final del tercer movimiento de su Patética.
En cuanto al Concierto, solo decir que cubrió con creces todas las expectativas que teníamos depositadas en él, tanto por la selección de las obras como de la soprano Natalia Labourdette quien, no deja de crecer artísticamente y de nuevo el público sevillano se rindió a su Voz, algo que no en balde le hizo ser ganadora del Concurso de Nuevas Voces de la ASAO y Premio del Público dentro de una Carrera que ya es meteórica.
Extraordinaria dirección del maestro Axelrod de una vibrante Sinfonía "Eroica".
Como siempre, una muy nutrida asistencia de compañeros de La Décima, repartidos en diversos grupos en el Teatro, pudiendo ofrecer imágenes tan solo de uno de ellos.
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