El presidente Manuel Azaña, firma un decreto, que permite al ministro de hacienda, Juan Negrín, ubicar el oro del Banco de España, en el lugar que el estime adecuado.
Este primero lo lleva a Cartagena y después con la autorización de Largo Caballero, lo trasladan a Moscú, desde donde nunca más volvió.
Más de diez mil cajas marcharon por carretera hasta el puerto de Cartagena, a los pocos días, 7.800 cajas partieron en cuatro buques soviéticos a la Unión Soviética. Las 2.000 cajas acabaron en París.
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