Su nombre, que reemplazó al de calle de Espaderos, tiene varias teorías de origen, incluida la leyenda de una gran serpiente que aterrorizaba la ciudad en el siglo XV.
Un prisionero, Melchor de Quintana, descubrió y mató al monstruo, lo que llevó a la calle a ser renombrada.
Este héroe recibió su libertad y un puesto honorable en Sevilla, mientras que la historia del monstruo se convirtió en parte del folklore local.
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