ANTONIO VIVALDI (4)
Terminamos los capítulos que le hemos dedicado a Vivaldi y lo hacemos hablando de su época de decadencia.
En
1737, el cardenal Ruffo le negó a Vivaldi que fuera a Ferrara a representar allí su ópera Farnace, por estas razones:
Por estar muy implicado en el mundo operístico, por su carácter banal y empresarial, siendo sacerdote. Por ser además un cura que no celebraba misas.
Por la sospecha de que la cantante y Vivaldi vivían bajo el mismo techo, junto con la hermanastra mayor de Girò, que hacía las
funciones de asistenta o enfermera del músico.
Por su parte, Vivaldi en una larga carta, indicaba:
Hace veinticinco años que no celebro Misa y nunca más volveré a decir Misa, no por una prohibición o una
orden, sino por mi propia decisión debido a la dolencia que padecí desde mi nacimiento y que aún me aqueja.
Después de haber sido ordenado sacerdote, dije misa durante un año, pero posteriormente decidí no volver a decirla
por haber tenido en tres ocasiones que abandonar el altar antes de concluir el sacrificio a causa de mi enfermedad.
Por esta razón vivo casi siempre en interiores y nunca salgo si no es en góndola o carruaje, ya que no puedo caminar
sin sentir dolor y opresión en el pecho. Ningún caballero me ha invitado a ir a su casa, ni siquiera nuestro príncipe, porque
todos conocen mi debilidad. Puedo salir a pasear después de la cena, pero nunca voy a pie. Ésta es la causa de que nunca
diga misa.
Y para termina, no obstante, recurrimos a una de sus composiciones de carácter sacro más temprana, el impresionante Stabat Mater.
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