Hoy, la Iglesia Católica celebra la festividad de Santa Laura de Córdoba y al tiempo que felicitamos a todas quienes llevan tan hermoso nombre, algunas de ellas incluso muy cercanas, aprovechamos para hablar de una preciosa canción con ese mismo nombre, pero olvidando otras que lo llevan, tan bonita como Dile a Laura que la quiero, y alguna otra sobre la que no opinamos.
Laura fue compuesta en el año 1944 para aquella gran película de Otto Preminger de cine negro, y además en blanco y negro, pero si magnífica era la película, lo que la ha convertido en inmortal es su banda sonora, que para más significativa tiene inspiración en Ravel y su personaje de Daphne, de la ópera Daphne y Chloe, que significa laurel en griego, al igual que Laura procede del latín Laurel, o sea que todo bien pensado sin dejar nada al azar.
Laura fue inmediatamente recogida por el mundo del Jazz, y convirtiéndose en un estandar, interpretada tanto por cantantes como por instrumentistas de todo tipo.
Nosotros, y para felicitar a esas Lauras, en ocasiones dentro de nuestras familias o muy queridas amigas, nos limitaremos a tres versiones. La original de la película, la del trompetista Clifford Brown con Orquesta de Cuerdas, y la de dos colegas de una de esas amigas, también violinista, la de Grapelly y Menuhin.
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