Yannick Nézet-Séguin |
Otra obra de arte (y mucho trabajo) tirada a la basura. ¿Qué pasa si alguien entra en un museo y araña un cuadro? Pues eso es lo mismo si en un concierto se hace un ruido evitable (como el de un móvil, un caramelo, etc.).
Un nuevo atentado sucedió el pasado 10 de Mayo durante la interpretación de la Novena Sinfonía de Bruckner, dirigida en Filadelfia por el maestro Yannick Nézet-Séguin y que tuvo que interrumpir dos veces la actuación por los sonidos de los teléfonos móviles. En la primera vez hizo una pausa y esperó a que los tonos de llamada se detuvieran, luego reinició.
Pero la segunda vez, Yannick Nézet-Séguin no solo interrumpió la obra, sino que también se volvió hacia el público y preguntó algo irritado: “¿Podemos vivir sin el teléfono solo una puta hora? “, subrayando que los espectadores habían pagado para vivir una experiencia única y que “los teléfonos podían esperar”.
Los nuevos públicos deben “adoptar los rituales del concierto”, sentencia ese director.
Desde aquí animamos a que todos los directores hagan lo mismo cuando un ruido, aunque sea emitido por alguna persona, adulta o niño, que no debería estar allí, interrumpa y destroce una obra de arte, como ésta.
Parece increíble, pero así es. En el teatro pasa lo mismo.
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