Sus interpretaciones del repertorio francés, alemán y especialmente de Anton Bruckner son muy apreciadas.
Desde 1950 se negó a publicar grabación alguna de sus interpretaciones, alegando que ninguna grabación es capaz de captar todos los matices sonoros que se perciben en directo en una sala de conciertos, aunque, pese a todo, fue bastante condescendiente con la circulación de algunas grabaciones pirata de sus interpretaciones en directo. No obstante, tras su muerte, su familia decidió publicar algunas de sus grabaciones.
Su repertorio se centra, principalmente, en el romanticismo, con especial predilección por los grandes sinfonistas, como Beethoven, Bruckner o Chaikovski. Su estilo se caracteriza por una gran espontaneidad, apoyada en extravagantes métodos de ensayo, por una total libertad al escoger los tempi que, a menudo, son mucho más lentos que las indicaciones metronómicas de la partitura, y, además, por una enorme sutileza en los matices tímbricos, lo que acentúa el carácter dramático de la música.
Proponemos la escucha de la 7ª de Bruckner, toda una catedral sinfónica, que bajo la batuta de Celibidache adquiere unas proporciones realmente increíbles.
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