Se inspiró en la música tradicional de Moravia y de otras culturas eslavas para crear un estilo musical original y moderno.
Alcanzó la madurez musical a una época tardía, cuando tenía alrededor de 50 años.
El éxito de Jenůfa en Praga en 1916 le abrió las puertas de los grandes teatros de ópera europeos, y desembocó en la creación de numerosas obras de gran importancia entre las que se incluyen óperas como Katia Kabanová o La zorrita astuta, la Sinfonietta, la Misa glagolítica, la rapsodia para orquesta Taras Bulba, dos cuartetos de cuerda y otras obras de cámara, entre otras composiciones.
Gracias a estas creaciones de madurez, Janáček está considerado como uno de los compositores checos más importantes, junto con Antonín Dvořák y Bedřich Smetana.
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