El Sábado Santo debe ser para todos los cristianos un día de silencio, reflexión, soledad...
¿Qué celebramos? Sencillamente: nada. Cristo acaba de morir, y el trauma que ha supuesto en la vida y la historia pasa factura.
Un día de espera y preparación para el culmen de la Semana Santa.
Los sagrarios de las iglesias de todo el mundo están vacíos. Es el único día del año en el que no se celebra la Eucaristía.
Solo queda la oración, la tristeza y la reflexión. Lo que acaba de acontecer es tan duro, que merece un día así.
Y para esta reflexión, proponemos la escucha del oratorio de Antonio Caldara: Magdalena a los Pies de Cristo.
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