Relata su biógrafo José Luis García del Busto que esa misma tarde, la Orquesta Nacional -tan vinculada al artista por lazos humanos y profesionales- interpretaba la novena sinfonía de Beethoven bajo la dirección de Ataulfo Argenta.
La noticia de la muerte de Turina dominaba el ambiente en la sala y, en medio de un silencio emocionado y tenso, con el público en pie, la orquesta tocó unos compases de La Oración del Torero.
Se sucedieron innumerables homenajes posmortem y el Ayuntamiento de Sevilla, que ya en 1926 lo había nombrado Hijo Predilecto, colocó en su casa natal, en la calle Buiza y Mensaque, una lápida conmemorativa.
El Ayuntamiento de Sevilla ha querido rendir homenaje con el proyecto Ruta Turina, consistente en mesas redondas, proyecciones y conciertos, con un programa que finalizó ayer, 13 de Enero.
No obstante, el mayor homenaje que se le podía haber hecho es no haber dejado morir por agotamiento y asfixia de sus organizadores, el Festival Turina que todos los años atraía a nuestra ciudad intérpretes de renombre internacional, tanto para actuaciones en directo como clases magistrales. Pero ya sabemos que los políticos suelen ser así de caprichosos en sus decisiones culturales.
Y además, si esa Ruta Turina ha salido adelante hay que agradecerlo a multitud de agentes musicales de Sevilla, desde organizaciones hasta particulares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario