Su temprana muerte, a los 36 años, se debió a una sobredosis de cocaína y alcohol, aunque se baraja la teoría de que habría sido víctima de la dictadura imperante.
Muchos críticos, músicos e intérpretes la consideran una de las mejores cantantes de Brasil.
En una entrevista en 1969, criticó abiertamente al Gobierno brasileño calificándolo como "una camarilla de gorilas". Su popularidad la mantuvo fuera de prisión, pero finalmente fue obligada por las autoridades a cantar el himno nacional de Brasil.
Se divulgaron algunas noticias de que la muerte de la artista había sido ordenada por el alto mando de la dictadura militar, aún vigente en ese momento, ya que el relato oficial de su autopsia tardó demasiado tiempo en salir en los medios brasileños, y su muerte fue objeto de especulación.
Hasta el día de hoy no se sabe con exactitud qué pasó en su casa el día de su muerte
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