Se destacó por su timbre clarísimo, pleno y cálido, así como su técnica impecable. Está considerada una de las más importantes sopranos de coloratura posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Una de las sopranos más grabadas en su vastísima discografía se encuentran también otros papeles mozartianos, como la Condesa Almaviva de Las bodas de Fígaro, Servilia en La clemenza di Tito y Constancia en Il sogno di Scipione y distinguidas contribuciones en obras sacras, misas, oratorios y ciclos orquestales como las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss de la que fue intérprete dilecta.
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