domingo, 1 de septiembre de 2024

CUANDO SE DETUVO EL SOL

Saliendo de Sevilla para enfilar la Ruta de la Plata, y entrando en la provincia de Badajoz, podemos ver los restos de un Monasterio, primorosamente reconstruido,  dentro del pueblo de Calera de León,  con un nombre tan curioso como TENTUDÍA, y nuestro compañero Miguel Simón, haciendo gala del amor hacia su tierra extremeña nos hace ver la importancia de la figura del Monje Guerrero Pelay Correa, con un amplio artículo que podemos leer e incluso escuchar en ESTOS ENLACES. LEER. ESCUCHAR 

Extraemos algunos párrafos de ese documento, que nos presenta algunas sorpresas, como el origen de la Orden de Santiago.

La Orden de Santiago, que debía su nombre al patrón de España, el apóstol Santiago. Y no fue precisamente ni Santiago de Compostela ni Galicia la cuna de la orden. Aunque leyenda atribuye su fundación al rey Ramiro I tras ganar la batalla de Clavijo, su origen estuvo en la ciudad de Cáceres.

Sucedió en un cerro que suponía el punto más elevado de la actual provincia de Badajoz, a 1104 metros de altitud. Era un punto estratégico privilegiado que vigilaba y controlaba una enorme extensión de terreno en el límite entre las tierras extremeñas y andaluzas. La patrulla sarracena luchaba con denuedo en una pequeña meseta de apenas cien metros de diámetro, con grave riesgo para los 300 soldados cristianos que acompañaban a Pelay de desplomarse por las barrancas de la inmensa falda de la montaña. Los santiaguistas parecían ir ganando la batalla, pero no conseguían arrebatarles la posición. La tarde comenzaba a caer, el día se acortaba por momentos. Les faltaba tiempo para la victoria porque la forzosa tregua de la noche se imponía, y eso permitiría la reorganización del enemigo, lo que sería letal para su conquista.
Esto sucedía en 1247, un ocho septiembre en el que la iglesia celebraba el nacimiento de Nuestra Señora. Pelay henchido de fe cristiana y ardor guerrero al ver que el sol se iba ocultando entre las montañas, elevó los ojos al cielo, se arrodilló e imploró con fervor a la Virgen María. «¡Santa María, detén tu día!». Le estaba pidiendo que detuviese el curso del sol. Aseguran las crónicas que entonces se obró el prodigio y la aparición de la Virgen demoró el crepúsculo y el disco solar se mantuvo enhiesto sobre la raya del horizonte hasta que las tropas cristianas consumaron su victoria.

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