miércoles, 29 de mayo de 2024

BERNA PERLES ES TAMBIÉN MANON, Y MANON ES BERNA

Si bien, siempre estamos plenamente seguros del triunfo de Berna Perles, esperábamos con expectación la crítica especializada de su última Manon, ésta en su ciudad de Málaga, con especiales alicientes sentimentales para quien no solo lo es, sino que ejerce de malagueña en todos los momentos de su vida.

Andrés Moreno Mengibar para  Beckmesser.


Berna Perles. Fue la triunfadora absoluta de la noche
. Su voz tiene esos típicos perfiles italianos que la hacen ideal para estas protagonistas puccinianas: timbre brillante, voz con cuerpo, proyección perfecta, atención al fraseo y a los acentos, capacidad de regular la voz y de ajustar el color a la situación dramática. Estuvo igualmente convincente como la jovencita ingenua del primer acto, como la coqueta e inconsciente cortesana y como la desesperada amante del último. Fue especialmente bella la morbidez con la que atacó “In quelle trine morbide”. Y en “Sola, perduta, abbandonata” fue conmovedora. Y eso que la 
reggia no se lo puso fácil a todo lo largo de la noche, haciéndola cantar su última aria en el suelo tumbada boca arriba o situando la jaula con las demás presas del acto tercero al fondo del escenario, desde donde apenas se la podía escuchar. 

José Antonio Cantón para Codalario.


En cuanto a la protagonista, he de decir que Berna Perles
fue excelente su evolución teatral, pasando por la seductora juventud que transmitió en el primer acto, la voluptuosa languidez mostrada en el segundo, planteada con amplias posibilidades expresivas y, por último, el sentimiento de aniquilamiento existencial transmitido en los dos últimos, que requieren una actriz de gran nivel, que su gesto, cinética y dicción se conviertan en canto. La seguridad lírico-dramática que transmitió en todo momento convirtió su actuación en una demostración del alto grado canoro al que ha llegado esta soprano, demostrando así encontrarse en un estado trascendental de su carrera. Sintiéndose el centro álgido de atención de esta producción, tuvo su primera oportunidad de demostrarlo en el aria «In quelle trine morbide» en la que transmitía con elocuencia musical esa soledad de Manon echando de menos a su amado. Su compromiso fue ampliamente compensado por lo méritos alcanzados en la larga y estática escena de la muerte en el desierto junto a su querido Renato, controlando su frenética agitación con unos recursos canoros dignos de admiración, completándose así una de las mejores actuaciones que yo he presenciado de esta cantante, que la convertían en la verdadera triunfadora de esta velada operística.

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