En cualquier momento pueden escaparse sustancias tóxicas, que podrían poner en peligro vidas humanas y desencadenar una catástrofe medioambiental.
Las compañías petroleras evaden la responsabilidad de desmantelar de forma segura las antiguas perforaciones. Son más bien los activistas medioambientales quienes están atentos al peligro.
Existen entre 20 y 30 millones de perforaciones en desuso en todo el mundo, pero sólo unas pocas son objeto de un seguimiento regular y minucioso
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