Está formado por un tubo ligeramente cónico doblado sobre sí mismo, de tal manera que el instrumento tiene una longitud de 155 cm aproximadamente, y la distancia total del taladro es de 250 cm.
El fagot debe su existencia a la necesidad musical de ampliar la región grave del sonido del viento madera.
Ya en el siglo XVIII gozó de madurez suficiente como para afianzar su presencia en el campo orquestal y solístico; baste recordar los conciertos escritos para fagot por Vivaldi, todos ellos de corte magistral, o en papel preponderante que le dispensaron compositores como Johann Sebastian Bach, Haendel, Telemann, y otros, quienes abrieron la senda para que su timbre hondo y umbrío fuera protagonista de los excelentes conciertos fagotísticos de Mozart y Weber.
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