En el transcurso de su cautiverio, que se prolongó durante dos años, reflexionó acerca de la evolución de su país, y de cómo era posible que un pueblo como el alemán, tan amante de la cultura, la ciencia y el arte, tan supuestamente civilizado y cultivado, hubiera, no solo permitido, sino también propiciado y celebrado, que Hitler alcanzara el poder absoluto sobre sus vidas.
Bonhoeffer llegó a la conclusión de que, más allá del contexto económico y social, la causa principal era la estupidez, un enemigo del bien mucho más peligroso que la malicia.
“Uno puede protestar contra el mal –escribió–; el mal puede exponerse y, si es preciso, prevenirse mediante el uso de la fuerza. Sin embargo, contra la estupidez estamos indefensos. Contra ella no sirven de nada las protestas, ya que las razones caen en oídos sordos. El estúpido, a diferencia del malicioso, está completamente satisfecho de sí mismo”
El economista italiano Carlo Cipolla, quien formuló sus cinco leyes básicas de la estupidez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario