Fue un prominente defensor de los derechos de las mujeres, de la educación en Rusia y fundó la Escuela de medicina para mujeres en San Petersburgo.
En su profesión, Borodin se ganó un gran respeto, destacando especialmente por sus trabajos sobre los aldehídos. Entre 1859 y 1862, Borodin ocupó un puesto de posdoctorado en la Universidad de Heidelberg. Trabajó en el laboratorio de Emil Erlenmeyer sobre los derivados del benceno. También pasó un tiempo en Pisa, trabajando en los halocarbonos.
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