Sin embargo, fué el 15 de enero de 1895 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo donde esta misma obra que había fracasado en Moscú logra su primer gran éxito con una nueva coreografía a cargo de Marius Petipa y Lev Ivanov.
Las primeras ideas que tuvo Chaikovski acerca del lago de los cisnes fueron reorganizadas, y el pas de deux que compuso originalmente para el cisne negro fue sustituido por otro, compuesto también por él.
Desde entonces, numerosas revisiones y puestas en escena mantuvieron fresca esta subestimada obra, de modo que a mediados de los años 40 del siglo xx empezó a ser ampliamente reconocida como paradigma del ballet.
El lago de los cisnes bailado con la música de Chaikovski es actualmente uno de los más reputados títulos del ballet mundial y una de las mayores aportaciones artísticas de la Rusia imperial, así como una de las obras emblemáticas del compositor. Bailarines tan geniales como Anna Pávlova y Rudolf Nuréyev han dejado su huella en esta duradera obra maestra.
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