No es que tengamos nada en contra de los habituales conciertos de Año Nuevo, ya que en definitiva, se da al público lo que éste espera.
No obstante, La Fenice nos demuestra año tras año que se puede recibir el año con otras partituras, y terminar con algo tan apropiado como el Brindis de la Traviata y tras un recorrido por algunas de las páginas más apreciadas y conocidas de la Lírica y donde también se cuela Brahms con su segunda sinfonía.
Todo ello, junto a la belleza del propio recinto de La Fenice, concierten este Concierto de Año Nuevo, en algo único.
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