Los monumentales tótems a lo largo de la costa alcanzan los 53 metros de altura e ilustran la historia y las leyendas del pueblo haida.
Esta comunidad no transmite sus tradiciones por escrito, sino a través del arte y de la oralidad.
Pero cada vez son menos las personas que hablan la lengua haida con fluidez.
Sus hablantes están muriendo y, con ellos, también el idioma.
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