Alcanzó la madurez musical a una época tardía, cuando tenía alrededor de 50 años.
Hasta principios del siglo XX, su producción musical estuvo influida por compositores nacionalistas checos como Antonín Dvořák.
El éxito de Jenůfa en Praga en 1916 le abrió las puertas de los grandes teatros de ópera europeos, y desembocó en la creación de numerosas obras de gran importancia entre las que se incluyen óperas como Katia Kabanová o La zorrita astuta, la Sinfonietta, la Misa glagolítica, la rapsodia para orquesta Taras Bulba, dos cuartetos de cuerda y otras obras de cámara, entre otras composiciones.
Gracias a estas creaciones de madurez, Janáček está considerado como uno de los compositores checos más importantes, junto con Antonín Dvořák y Bedřich Smetana
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