Ningún misterio para la Sinfonía Alpina con un tipo de programa específico distribuido e ilustrado por los subtítulos de cada una de sus muchas y numerosas partes.
Es una sinfonía descriptiva, como los poemas sinfónicos del compositor, de los que deriva más inspiración que la forma de estructura específicamente sinfónica.
Así lo atestiguan sus insólitas veintidós partes, en un solo movimiento continuamente enlazado, que navegan desde la “Noche” (Nacht, n. 1), para volver allí al final (n. 22), pasando por “Entrada en el bosque” (Eintritt en den Wald, n. 4), “Deambulando entre matorrales y matorrales” (Durch Dickicht und Gestrüpp auf Irrwegen, n.° 10), “Momentos peligrosos” (Gefahryolle Augenblicke, n.° 12) y “Calma antes de la tormenta” (Stille vor dem Sturm, n.° 18).
O el transcurso de un día de excursión y ascensión a la montaña. Cuando sabemos que Strauss se había alojado en los Alpes bávaros, cuyo recuerdo evoca aquí sin duda, de forma casi autobiográfica.
Con quizás también un deseo de alejarse, a través de su tema, de los horrores de la Gran Guerra, en sus inicios y luego en su estallido.
Merece la pena escuchar la música intentando seguir la acción que ella misma describe y además en una excelente grabación.
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