Hemos tratado anteriormente aspectos del Protocolo para asistir a un concierto de música clásica, centrándonos básicamente en el aspecto del silencio, pero hay también otro elemental y de sentido común que es cuando hay que aplaudir.
Ya sabemos que no se puede aplaudir hasta que se termine la sinfonía o concierto, y no entre movimientos, que descentran la atención de los músicos en el escenario.
Pero otro aspecto es al final de la partitura.
Todos hemos asistido a una concierto donde está el más listo y entendido del Auditorio que comienza a gritar Bravos de forma estentórea, como si le fuera la vida en ello y eso, que algunas veces se puede entender por el final apoteósico de una partitura no es de aplicación general.
No se debe aplaudir hasta que el director baje las manos o alga algún gesto que marque el inicio de los aplausos que puedan haber.
Esos espectadores, pueden romper la magia de todo un concierto.
A modo de ejemplo. ¿Podemos imaginarnos si entre el público del Festival de Lucerna, en esta 9ª Sinfonía de Mahler, alguien hubiese comenzado a aplaudir al emitirse la última nota? En este caso el "maestro" lo que hizo fue extender sus manos sobre las piernas, para marcar la pauta.
Me parece una buena iniciativa !!
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