No obstante, algunos discos de orientación comercial realizados a finales de esa década dañaron ligeramente su reputación. Por lo demás, justo cuando Hubbard, a comienzos de los noventa (al haber muerto ya Dizzy Gillespie y Miles Davis), parecía perfectamente dispuesto a asumir su papel de veterano maestro del la trompeta, sus labios comenzaron a darle serios problemas.
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