martes, 30 de agosto de 2022

ÓPERA DE SIDNEY. CUARENTA AÑOS GRITANDO


A la vista de las medidas ahora adoptadas, resulta evidente que la espectacular Ópera de Sidney estaba hecha para la Vista pero no para la Música.
Un Edificio cuya construcción se demoró más de diez años sobre el tiempo y casi cien millones de dólares en su sobrecoste y que a todos nos atrae visualmente, resulta que los músicos llevaban tiempo reclamando una acústica acorde con su imagen, hasta que se ha abordado su remodelación interna para conseguir esa acústica, con un coste de 150 millones de dólares.
Esta situación nos trae a la memoria algunas cosas, como que por ejemplo hubo que adaptar a la carrera el Teatro de la Maestranza, cuando con motivo de la Expo estaba previsto que fuese solo un Edificio multifuncional y un Teatro de la Ópera independiente a construir en la Cartuja hasta que el ministro de cultura, Javier Solana, quien se había declarado "Loco por la Ópera" dijo que no hacía falta puesto que en Sevilla, que es la ciudad de la Ópera por antonomasia en el mundo entero no había afición suficiente para ello "SIC". Lógicamente, el Maestranza tuvo que sufrir después diversas remodelaciones.
Por otra parte, nos vienen a la mente esos grandes espacios que existen en nuestra ciudad, que solo puede reproducir música, y no digamos Ópera, recurriendo a la amplificación (magnífica, eso sí), e incluso tuvimos ocasión de asistir a un concierto de prueba en el impresionante Cartuja Center, en el que la ROSS intentó sin éxito interpretar la Quinta de Beethoven y que hizo exclamar al propio maestro Axelrod que ni los músicos se oían entre ellos.
Recordamos también cuando en el Teatro Turina y en un Certamen de la ASAO, se le ofreció el micrófono a Carlos Álvarez para pronunciar unas palabras, ya que actuaba de jurado, y dijo algo así como: A un barítono no se le ofrece un micrófono para hablar sobre un escenario.
En fin, muchas cosas, que nos vienen a demostrar que bien está la estética, pero que un Espacio para Música lo que importa ES EL SONIDO. 'Que bien lo sabían los griegos y romanos'

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