miércoles, 23 de junio de 2021

BEETHOVEN Y EL TRIPLE CONCIERTO

Hace unos días hablábamos de detalles del Concierto para violín de Beethoven, y eso nos ha animado a hablar algo más sobre la relación del Genio con distintos instrumentos.

Habría que comenzar por afirmar que el gran compositor de Bonn no fue ni atrevido ni explorador ni revolucionario. A Beethoven jamás se le hubiera ocurrido componer conciertos para oboe o para corno, o para otros instrumentos que sí fueron abordados por sus predecesores Haydn y Mozart. Y mucho menos se le hubiera ocurrido escribir conciertos para una enorme variedad de instrumentos, como lo hicieron Telemann y Vivaldi en el barroco. 
A partir de esto, podemos hallar al piano en el primer lugar de las preferencias instrumentales del señor Beethoven.

Y el violín? Beethoven no olvidó el violín, al que dedicó también algunas interesantes obras de cámara y, sobre todo, su hermoso Concierto Op. 61. 
¿Y el violoncello? Aquí es donde Beethoven decidió mantenerse en el camino conservador, ya que no compuso conciertos para este instrumento, aunque le prestó alguna atención en su música de cámara, sobre todo a través de una muy atractiva serie de sonatas. Es por ello que hay quienes afirman que el Triple concierto es lo más cerca que Beethoven estuvo de crear un concierto para violoncello.
Cuentan los historiadores que las habilidades pianísticas de uno de sus alumnos el joven archiduque Rodolfo de Austria, hijo del emperador Leopoldo II eran muy limitadas, y que ello explica la configuración de la parte de piano del Triple concierto, escrita por Beethoven pensando precisamente en su aristocrático alumno. Las otras dos partes solistas del concierto fueron evidentemente concebidas para músicos de mayor técnica y experiencia, siendo la más difícil de ellas la parte del violoncello.
No obstante, nadie actualmente afirmaría eso, máxime cuando el piano lo interpreta alguien como Marta Argerich.

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